Uno de los problemas con los que se suele enfrentar cualquier empresa
que se dedique a la elaboración de productos manufacturados es la vida
útil de sus herramientas o maquinaria si hablamos de forma amplia.
El mantenimiento de equipos
es primordial para evitar sustanciosas pérdidas tanto económicas como
productivas. Para evitar todo esto es primordial el mantenimiento de
equipos y esto se logra realizando una pequeña serie de observaciones en
el funcionamiento de los elementos que forman parte de la manufactura
de nuestros productos. Es decir, debemos fijarnos en cualquier síntoma
que pueda deducirse como anómalo (ruidos, zumbidos, sobrecalentamientos,
desgastes…) en cualquiera de los elementos que forman parte del proceso
productivo.
De esta forma lo más viable para evitar toda una serie de costosas molestias es contar con un programa de mantenimiento preventivo.
Dicho programa no debe basarse solamente en un esquema sistemático en
el que se sepa actuar cuando el equipo falla sino que debemos ser
capaces de adelantarnos a dicho momento en el que se vaya a producir la
avería.
Un programa de mantenimiento preventivo se basa en la observación de
las señales o síntomas de forma directa (fugas, sobrecalentamiento,
ruidos, vibraciones, etc.) o de forma indirecta como pueden ser los
cambios en las prestaciones del producto manufacturado (calidad de
acabados) o del equipo (demanda de potencia). Con todas estas
observaciones lo que se realiza es un listado de posibles causas las
cuales nos servirán para tomar toda una serie de decisiones posteriores
en cuanto al método de actuación más adecuado.
Realizar un programa de mantenimiento preventivo nos asegurará una
reducción en el servicio de mantenimiento y aumentará la confiabilidad
del equipo. Estas tareas preventivas se programan a lo largo de todo el
año y ayudan a disminuir el porcentaje de mantenimiento correctivo. Este
último, el mantenimiento correctivo, es el que se produce cuando se da
una falla inesperada en el equipo lo cual repercute negativamente al
aumentar el tiempo de paro de la producción, o del retraso de la
producción diaria, por citar algunos ejemplos.
Para concluir nos gustaría comentar que a veces es mejor tener
pequeños parones productivos cada cierto tiempo que nos aseguren la
máxima productividad ya que forzar demasiado la maquinaria puede
resultar desastroso si se llega a producir el caso de tener que
implantar un mantenimiento correctivo por motivo de una avería en el equipo.